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Si hubiese que definir el fenómeno de Medjugorje a través de una persona, poniéndole rostro, nombre y apellido, sería a través del padre Jozo. Este hombre ha sido paraguas de los videntes, sintetizador del mensaje para la fácil aplicación de los mensajes de María a través de la pastoral y altavoz mundial para su difusión.
Fray Jozo Zovko nació en Uzarici, Bosnia y Herzegovina, en 1941. Estudió Teología en Sarajevo y Ljubljana. Fue ordenado sacerdote en 1967. Entre sus trabajos destaca su participación en la Comisión Pax de la Conferencia Episcopal Yugoslava para la elaboración de los libros de catequesis durante la etapa comunista.
El padre Jozo es un hombre de profunda y espartana espiritualidad, piadoso, poseedor de un carácter y un carisma arrebatador, que ha generado tanta admiración como reservas allí por donde ha pasado. La admiración le viene dada por su carisma evangelizador, por su celo apostólico y por su oración casi incesante. Es, desde sus tiempos de seminarista, un enamorado de Cristo cuya vocación creció bajo el martirio de los treinta franciscanos que fueron asesinados en su parroquia, por el ejército comunista, en 1945, cuando él era apenas un niño de cuatro años.
Estudió Pedagogía Religiosa en la Universidad de Graz (Austria) y en 1980 fue nombrado párroco de Medjugorje. Sufrió prisión en Mostar desde agosto de 1981 hasta febrero de 1983. Una vez que salió de la cárcel fue párroco de Tihaljina entre 1985 y 1991, año en el que le nombran Guardián del Monasterio de Siroki Brijeg. Durante la Guerra de los Balcanes habló ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en Nueva York y en el Euro-parlamento.
Es fundador del Patronato Internacional para los Niños Huérfanos de Bosnia-Herzegovina e impulsor de la construcción del Instituto de la Sagrada Familia, que garantiza el alojamiento, educación y formación de jóvenes privadas de sus padres a causa de la guerra. Hasta enero de 2009, el padre Jozo recibía en el monasterio de Siroki Brijeg a los miles de peregrinos que querían oír de viva voz su testimonio y su prédica, y recibir la bendición de Dios a través de sus manos. Realiza retiros en diferentes idiomas.
Entre sus obras destacan: He aquí a tu Madre, Como Ella pide, El Rosario, la oración simple, Los mensajes mensuales de la Reina de la Paz de Medjugorje, La Novena a los mártires de Siroki Brijeg, El Via Crucis y diversos artículos religiosos. En 1992, Juan Pablo II, mientras le estrechaba fuertemente la mano le dijo: “Proteged Medjugorje”.
Fr. Slavko Barbaric nació el 11 de marzo de 1946, en Dragicina (Parroquia Cerin). Ingresó en la orden franciscana en 1965 y fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1971. Terminó sus estudios de Teología en Graz (Austria) y tras 5 años de actividad pastoral en la provincia de Herzegovina, completó sus estudios en Friburgo (Alemania), obteniendo el doctorado en Pedagogía Religiosa y el título de Psicoterapeuta.
Debido al trabajo fecundo con los jóvenes y los cursos de oración que los estudiantes aceptaban extraordinariamente, el régimen comunista de entonces comenzó a perseguir a Fr. Slavko. En esos momentos difíciles, el Cardenal Franjo Kuharic, protegió en su actividad a Fr. Slavko Barbaric.
Por su conocimiento de los principales idiomas europeos, además de las obligaciones en las parroquias en las cuales trabajó, Fr. Slavko Barbaric trabajó incansablemente con los peregrinos de Medjugorje desde su regreso en el año 1982. Fue trasladado oficialmente a Medjugorje el año 1983, dos años después, a la Parroquia Blagaj, y en el año 1988 a la Parroquia de Humac, lugar en el que ejerció como capellán y profesor auxiliar de seminaristas. Al comienzo de la guerra en Bosnia-Herzegovina, cuando todos los sacerdotes antiguos se fueron a Tucepe como refugiados con la autorización verbal del provincial, Fr. Drago Tolj, Fr. Slavko permaneció en Medjugorje.
Desde el inicio de su actividad en Medjugorje comenzó a dedicarse a su trabajo literario, escribiendo libros de contenido espiritual: Oren con el corazón, Dame tu corazón herido, Celebren la Misa con el corazón, En la escuela del amor, Adoren a Mi Hijo con el corazón, Con Jesús y María en el Gólgota hacia la Resurrección, Oren juntos con el corazón gozoso, Madre, guíanos a la paz, Sígueme con el corazón, Conversaciones y Ayunen con el corazón. Los libros de Fr. Slavko Barbaric han sido traducidos a veinte idiomas y se han impreso más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo. Además de libros, publicó artículos en diversas revistas. Fue redactor jefe del Boletín de San Francisco en Capljina, colaboró en las revistas Tradición Católica, Vocero de la Paz y en “Radio Mir” de Medjugorje.
Junto a su trabajo de escritor, habló incansablemente a los peregrinos, dirigió las adoraciones eucarísticas, las oraciones ante la Cruz, el rezo del Rosario en el Podbrdo y la devoción del Vía Crucis en el Krizevac, lugar en el que terminó su vida terrenal. Dirigió encuentros anuales para sacerdotes y jóvenes, en la casa provincial “Domus Pacis” y los Seminarios de Ayuno y Oración. Debido a los grandes daños provocados por la guerra fundó y dirigió una institución para la educación y el cuidado llamada “Aldea de la Madre” en la cual actualmente viven más de 60 personas (huérfanos de guerra, niños de padres separados, madres solteras, ancianos abandonados y niños enfermos). Si alguien quería a los niños era Fr. Slavko. Y los pequeños lo correspondían.
Su formación y educación psicoterapéutica le permitieron el trabajo con los adictos de la Comunidad “Cenáculo” que fundó Sor Elvira y especialmente en la casa de Medjugorje, el “Campo de la Vida”. Procuró encauzar la ayuda de los benefactores de todo el mundo en dos fondos: el “Fondo para los hijos de los caídos en la guerra…” y el “Fondo de amigos de jóvenes con talento” para ayudar a jóvenes estudiantes. Fr. Slavko Barbaric cruzó y viajó por todo el mundo difundiendo el mensaje de paz y de reconciliación. Fue el alma y el corazón del movimiento de paz que en Medjugorje nació a principio de los años 80. Estaba dotado de grandes cualidades: el conocimiento de idiomas, la facilidad en la comunicación con la gente, su formación, su simplicidad, la preocupación y el cuidado por el necesitado, una energía inagotable que se pensaba era imposible que un Medjugorje: don de Dios para este tiempo Guía del Peregrino 13 hombre poseyera, su diligencia, y sobre todo, su devoción, humildad y amor.
Esa fue justamente la esencia de su vida: con la oración y el ayuno llevar las almas humanas a Dios a través de María, la Reina de la Paz. Fr. Slavko Barbaric falleció el 24 de noviembre de 2000 a las 15,30 horas. Después de haber terminado la oración del Vía Crucis, que habitualmente dirigía cada viernes en el Krizevac con los fieles de la parroquia y los peregrinos. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.” (Jn 17, 16-19). Mensaje del 25 de noviembre de 2000: “¡Queridos hijos! Hoy, cuando el cielo está de manera especial cerca de vosotros, os invito a la oración, para que a través de la oración pongáis a Dios en el primer lugar. Hijos, hoy estoy cerca de vosotros y bendigo a cada uno con mi bendición materna, para que tengáis fuerza y amor para todas las personas que encontréis en vuestra vida terrena y que podáis dar el amor de Dios.
Me regocijo con vosotros y deseo deciros que vuestro hermano Slavko ha nacido al Cielo y que intercede por vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”. El 24 de noviembre de 2001, con motivo del primer aniversario de la muerte del P. Slavko Barbaric, se erigió un memorial en el lugar donde entregó su alma al Señor: un relieve del padre en bronce, incrustado en la piedra entre dos estaciones del Vía Crucis quedará como signo y recuerdo del hombre que decía lo que pensaba y que hacía lo que decía, siguiendo el Evangelio y los mensajes de la Reina de la Paz.
Por otra parte, a fines de 1982, la Virgen, por medio de locuciones interiores (locutio cordis) se dirigió a dos niñas de diez años: Jelena y Marijana Vasilj. Desde 1983 a 1987, a través de su grupo de oración, la Virgen dio consejos al movimiento de oración formado desde el inicio de las Apariciones.
Los mensajes de la Virgen en Medjugorje forman una escuela específica de paz, de oración y de amor.
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